El bullying también afecta al agresor
El Acoso Escolar o bullying es una conducta agresiva, intencionada, repetida y sistemática de uno o varios estudiantes hacia un compañero. Puede ser maltrato psicológico, verbal o físico. Si no se detiene a tiempo, puede provocar graves daños emocionales a la víctima, pero también al que lo provoca.
“El que ejerce el bullying (bullie) lo hace para imponer su poder sobre el otro, por un deseo de intimidar y dominar mediante constantes amenazas, insultos y agresiones. Aprende que por la violencia o el maltrato puede lograr metas, tomando decisiones impulsivas y poco asertivas”, afirma Alejandra Wormald, psicóloga infanto-juvenil de Clínica Universidad de los Andes.
Algunas características de personalidad comunes en los niños que han sido agresores son:
- Necesidad de dominar y de controlar a los demás
- Baja tolerancia a la frustración (poca capacidad de autocrítica)
- Temperamento más impulsivo, impaciente
- Niveles de ansiedad alto
- Falta o dificultades de empatía
- Dificultades en las relaciones con autoridades
- Baja tolerancia hacia las diferencias y desafío a las normas
La especialista destaca que, generalmente, esconden una inseguridad muy grande respecto a ellos mismos, dificultades en la formación de un autoconcepto positivo y baja autoestima. Ocultan un dolor y sufrimiento por lo que es fundamental ayudarlos y no estigmatizarlos.
Al respecto, los colegios juegan un rol fundamental en detectar estas situaciones agresivas e informársela a los padres, quienes tienen la responsabilidad de aceptar la realidad, sin negarla, y tomar las herramientas que les den en el colegio.
“Lo primero es reconocer la situación y recabar los antecedentes de lo que ha ocurrido (antes de juzgar la situación); luego, trabajar en conjunto con el colegio, más que rivalizar la relación y ponerse a la defensiva. Es primordial que los padres se centren en comprender el comportamiento de su hijo/a, entender con empatía qué es lo que hay detrás de esas conductas para decidir qué consecuencias tendrán esas acciones y cómo ayudarlo a salir de la figura de bullie. Algunos de estos niños/as se encuentran un tanto atrapados en un modo de ser del cual no saben bien cómo salir ni “des-identificarse”, ya que es el modo en que han encontrado pertenencia e identidad en el grupo”, explica Alejandra.
A su vez, el bullying podría ser una luz de alerta importante para que los padres tomen conciencia de sus estilos comunicativos entre ellos o con sus hijos. Además, se le puede ayudar a ponerse en el lugar del otro y, desde ahí, desarrollar en él una mejor empatía, como: ¿Cómo crees que se sintió el niño al recibir este trato?, ¿qué viste que le pasaba luego de tus conductas?, ¿qué cosas se pueden hacer diferentes para que no se repita? Esto es esencial para que logre entender nuevas maneras de comunicación con sus pares. Por ejemplo, se le puede pedir que le escriba una carta de disculpa o realzar juegos de roles en que se ponga en el lugar de la víctima.
“Los padres deben ser buenos oyentes y no juzgarlo, para que logre tener confianza y ser sincero al respecto de lo que está sucediendo. La familia es la principal fuente de amor y educación, por esto, los papás deben evitar estilos de comunicación y relación agresiva o violenta, sin respeto y con descalificaciones, como también los estilos muy permisivos en los cuales el niño no sepa que existen marcos de acción, de conductas permitidas y de aquellas que transgreden límites o lo permitido. Para los menores, los límites generan confianza y tranquilidad, son más bien protectores y necesarios en su formación”, asegura la psicóloga.
En algunos casos, puede ser necesario buscar ayuda de algún especialista para enfrentar esta situación y aprender la mejor manera de poner límites y normas con respeto y cariño.