Actualización al 2020
La insuficiencia respiratoria consiste en la incapacidad del sistema respiratorio de cumplir la función principal del intercambio gaseoso de oxígeno y dióxido de carbono. Al respirar, los pulmones se llenan de oxígeno, el cual pasa a la sangre y, de esta forma, llega a órganos que necesitan sangre rica en oxígeno para funcionar bien, como el corazón y el cerebro.
En esta afección, la sangre no recibe el oxígeno suficiente o tiene demasiado dióxido de carbono, ya que éste no es eliminado al exhalar el aire. Esto podría ocasionar daños en los órganos.
Los signos o síntomas más frecuentes de la insuficiencia respiratoria incluyen:
Dificultad para respirar o falta de aire.
Tener la piel, los labios y las uñas de un color azulado.
Respiración rápida.
Mucho sueño.
Confusión.
Pérdida del conocimiento.
Arritmia.
La insuficiencia respiratoria se debe a:
Enfermedades que afectan los pulmones como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), neumonía, embolia pulmonar, fibrosis quística o COVID-19.
Afecciones a los nervios y músculos encargados de controlar la respiración como la distrofia muscular, esclerosis lateral amiotrófica, lesiones a la médula espinal o accidente cerebrovascular.
Además, podrían provocar insuficiencia respiratoria problemas a la columna como la escoliosis, lesiones en el tórax, lesiones por inhalación de humo o gases nocivos o sobredosis de drogas o alcohol.
En Clínica Universidad de los Andes contamos con la especialidad broncopulmonar que se dedica a tratar enfermedades del sistema respiratorio.
El diagnóstico de insuficiencia respiratoria se sospecha por el examen físico y saturación periférica menor de 90%, pero se confirma con un análisis de sangre arterial llamado gases arteriales, el que mide los niveles en sangre de oxígeno y dióxido de carbono.
Una vez confirmada la insuficiencia respiratoria, se debe buscar la causa que la determina con otros exámenes complementarios, según sea el caso, como por ejemplo, hemograma, electrocardiograma, radiografía de tórax, entre otros. Esto es necesario ya que también algunas enfermedades no respiratorias, como anemia severa e insuficiencia cardíaca descompensada, pueden determinar bajos niveles de oxígeno en sangre.
El objetivo del tratamiento consiste en llevar oxígeno a los órganos, eliminar el dióxido de carbono del cuerpo y abordar clínicamente la enfermedad de base. Los tratamientos incluyen:
Terapia con oxígeno: consiste en entregar la oxigenación necesaria a través de dos pequeños tubos de plástico que se introducen en las fosas nasales o mediante una máscara que se coloca sobre la nariz y la boca.
Ventilación no invasiva: se utilizan ventiladores convencionales, es decir, una máquina que permite al paciente respirar de forma adecuada, mediante una mascarilla facial, sin tener un tubo dentro de la tráquea.
Traqueotomía: mediante un procedimiento quirúrgico se realiza un orificio que atraviesa la parte frontal del cuello hasta llegar a la tráquea. Posteriormente, en el orificio se coloca un tubo traqueal, para ayudarle al paciente a respirar.
Enfermedades Respiratorias Pediátricas
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