Actualización al 2020
La espondilitis anquilosante es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta a todos los segmentos de la columna y a las articulaciones sacroilíacas. Esta enfermedad se caracteriza por producir inflamación articular y osificación de partes blandas provocando a largo plazo una fusión de los cuerpos vertebrales, lo que genera rigidez en la columna vertebral pudiendo llevar a una postura encorvada con el tiempo. Las manifestaciones comienzan en la parte baja de la espalda, hasta llegar a la zona dorsal y cervical. Además, esta enfermedad podría afectar otras articulaciones, como hombros, caderas, rodillas o tobillos.
Por lo general, la espondilitis anquilosante afecta a personas que tienen entre 20 y 40 años y es más frecuente en hombres.
Recibir un tratamiento oportuno podría retrasar las complicaciones de la espondilitis anquilosante. En Clínica Universidad de los Andes, puedes realizar el Test de Dolor Lumbar, que puede ayudar a tener una pesquisa oportuna de la enfermedad.
Los síntomas más frecuentes de la espondilitis anquilosante son:
Dolor intenso en la zona lumbar por más de tres meses.
Dolor o fatiga en el cuello.
Dolor de glúteos.
Rigidez en la zona lumbar baja.
Dolor que aumenta estando en reposo y disminuye al realizar actividades.
Dolor en la planta de los pies, talones, tendones aquilianos, partes blandas de la pelvis y parrilla costal.
Ojos rojos (uveítis).
Se desconoce la causa exacta de la espondilitis anquilosante. Sin embargo, la enfermedad se relaciona con ser portador del gen HLA-B27, aunque no todos los portadores desarrollan la enfermedad.
Existen diferentes factores que aumentan el riesgo de padecer esta enfermedad como, por ejemplo la herencia (gen HLA-B27), el sexo masculino y el tener entre 20 y 40 años.
El médico realizará un examen físico para evaluar los síntomas del paciente y mediante radiografías o resonancia magnética puede verificar si existen cambios en las articulaciones o huesos. Además, con el fin de detectar el gen HLA-B27 se realiza un análisis de sangre.
El tratamiento tiene como objetivo aliviar el dolor y la rigidez, intentando prevenir o retrasar las complicaciones y la deformidad de la columna. Éste consiste en la ingesta de medicamentos, kinesiología y, en casos graves, cirugía.
Medicamentos: para aliviar el dolor, la inflamación y la rigidez el médico receta antiinflamatorios no esteroideos. Cuando éstos no son útiles, se sugiere comenzar con medicamentos biológicos que mejoran el proceso inflamatorio.
Kinesiología: la terapia puede proporcionar alivio del dolor, mejorar la fuerza y la flexibilidad de la persona afectada. Para esto, el terapeuta diseña ejercicios específicos para las necesidades del paciente.
Cirugía: la cirugía no es una opción para todos los pacientes, sin embargo, cuando existe un daño significativo que compromete la vista al frente al caminar, se puede considerar una cirugía correctiva. En algunas ocasiones, puede ser necesario reemplazar articulaciones como las caderas.