La disartria es un trastorno motor de origen neurológico en el que se afectan los procesos motores básicos del habla (respiración, fonación, articulación, resonancia y prosodia). Esta condición resulta en un habla imprecisa o difícil de entender; altera la inteligibilidad, velocidad, comprensibilidad y naturalidad del habla.
Puede variar desde leve hasta severa, y la gravedad y los síntomas específicos dependen de la causa subyacente y los procesos motores afectados.
La disartria es de los trastornos de la comunicación más frecuentes, con una prevalencia de un 54%.
En Clínica Universidad de los Andes contamos con un completo equipo de Fonoaudiología para evaluar y tratar a pacientes tanto adultos como pediátricos.
Para brindar una atención completa y personalizada, el equipo de fonoaudiólogos trabaja de manera conjunta con especialistas en Otorrinolaringología, Neurología, Geriatría, Medicina Física y Rehabilitación en el caso de los adultos; además de Pediatría, Neurología infantil, Cirugía maxilofacial, Odontología , cuando se trata de niños.
¿Cuáles son los síntomas?
La disartria se manifiesta a través de varios síntomas que afectan la calidad, la claridad y el ritmo del habla. Algunos de los más comunes son:
- Movimientos torpes o imprecisos de los músculos faciales que son necesarios para el habla.
- Sonidos del habla que son difíciles de entender o que no son claros.
- Calidad de voz anormal, con resonancia nasal excesiva, voz ronca o voz débil que carece de fuerza.
- Variaciones en el ritmo del habla, con pausas inusuales o cambios en la velocidad.
- Prosodia anormal (acentuación, entonación y ritmo).
- Problemas de la voz con una intensidad demasiado intensa o débil.
- Dificultades para coordinar la respiración con el habla, lo que puede resultar en frases cortas o entrecortadas y en dificultades para hablar durante períodos prolongados.
- Dificultades para iniciar o detener el habla de manera fluida.
- Expresión facial reducida o limitada, lo que puede hacer que la comunicación no verbal sea menos efectiva.
¿Cuáles son las causas?
La disartria puede ser originada por diversas condiciones que afectan el sistema nervioso central o periférico y los músculos implicados en el habla. Algunas de las causas más comunes corresponden a:
- Ataque cerebrovascular (ACV) isquémico: interrupción del flujo sanguíneo al cerebro, causando daño a las áreas que controlan los músculos del habla.
- ACV hemorrágico: sangrado en el cerebro que puede afectar las regiones responsables del control motor.
- Traumatismo encefalocraneano: daño cerebral resultante de un golpe o impacto en la cabeza, que puede afectar las áreas involucradas en la coordinación y el control del habla.
- Enfermedad de Parkinson: afecta el control motor y puede llevar a una disminución de la fuerza y la coordinación de los músculos del habla.
- Esclerosis múltiple (EM): daño en la mielina que recubre las fibras nerviosas, que afecta la comunicación entre el cerebro y los músculos del habla.
- Esclerosis lateral amiotrófica (ELA): degeneración progresiva de las neuronas motoras que controlan los músculos del habla.
- Enfermedad de Huntington: trastorno genético que causa movimientos involuntarios y puede afectar la coordinación del habla.
- Tumores en el cerebro: crecimientos anormales en el cerebro que pueden presionar o dañar las áreas responsables del control del habla.
- Condición congénita o adquirida: afecta el control motor debido a daño cerebral ocurrido antes, durante o poco después del nacimiento, e incluye los músculos del habla.
- Meningitis: inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal, que puede causar daño neurológico.
- Encefalitis: inflamación del cerebro, que puede afectar las áreas del control motor y del habla.
- Miastenia gravis: enfermedad autoinmune que causa debilidad muscular y afecta a los músculos del habla.
- Distrofias musculares: grupo de enfermedades genéticas que producen debilidad muscular progresiva.
- Enfermedad de Wilson: trastorno hereditario que provoca acumulación de cobre en el cuerpo, y afecta al cerebro y el habla.
- Procedimientos neuroquirúrgicos: algunas cirugías que involucran el cerebro o los nervios craneales pueden resultar en disartria si hay daño a las áreas del habla.
- Esclerodermia: trastorno autoinmune que puede afectar la piel y los músculos.
- Lupus eritematoso sistémico (LES): enfermedad autoinmune que puede afectar el sistema nervioso.
¿Cómo se puede prevenir?
La prevención de la disartria implica abordar sus posibles causas y factores de riesgo. En este sentido, algunas recomendaciones son:
- Controlar la presión arterial: la hipertensión es un factor de riesgo significativo para accidentes cerebrovasculares.
- Controlar el colesterol: mantener los niveles de colesterol en rangos saludables puede ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares.
- Evitar el tabaquismo: fumar daña los vasos sanguíneos y aumenta el riesgo de accidentes cerebrovasculares.
- Monitorear la diabetes: esta enfermedad no controlada puede dañar los vasos sanguíneos y los nervios, y aumentar el riesgo de ACV.
- Tratamiento de enfermedades neurológicas: condiciones como la esclerosis múltiple, el Parkinson y otras enfermedades neurológicas deben ser tratadas y monitoreadas precoz y adecuadamente.
- Uso de equipo de protección: usar cascos y equipo de protección en actividades de riesgo para evitar traumatismos encefalocraneanos.
- Medidas de seguridad: implementar medidas de seguridad en el hogar y el trabajo para prevenir caídas y lesiones.
- Ejercicio regular: la actividad física fortalece el sistema cardiovascular y el cerebro.
- Control del peso: mantener un peso saludable reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.
- Chequeos médicos regulares: realizar visitas periódicas al médico para detectar y tratar a tiempo cualquier condición que pueda llevar a la disartria.
- Vacunación: es importante mantener al día las vacunas, especialmente contra enfermedades que pueden afectar el sistema nervioso, como la meningitis.
- Conocimiento de los síntomas de accidentes cerebrovasculares: conocer los signos de un ACV y buscar atención médica inmediata puede reducir el riesgo de daño cerebral permanente.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la disartria contempla evaluación médica, pruebas específicas para la evaluación del habla y diferentes tipos de exámenes:
- Evaluación médica: el médico recopila información sobre la historia médica del paciente, como enfermedades previas, exámenes neurológicos, condiciones neurológicas, y factores de riesgo como hipertensión, diabetes, y antecedentes de ataques cerebrovasculares. También analiza los síntomas presentes y su evolución; así como la función de los nervios y los músculos que participan en la producción del habla. Además, se revisan los movimientos de los labios, la lengua, la mandíbula y el paladar para detectar problemas en el tono, la coordinación, velocidad y fuerza de la musculatura involucrada en la producción del habla.
- Evaluación fonoaudiológica: consiste en un examen físico y examen motor del habla que se complementa con la historia clínica. En el primero se evalúan los mecanismos del habla mediante tareas no habladas, se evalúa la estructura y la función de los subsistemas del habla tales como mandíbula, labios, lengua, el mecanismo velofaríngeo, los sistemas respiratorio y fonatorio. El examen motor del habla tiene por objetivo determinar las características perceptuales a través de tareas habladas, se realizan pruebas específicas para evaluar los procesos motores básicos del habla: respiración, fonación, articulación, resonancia y prosodia. También existen algunos equipos para medir de manera objetiva algunos aspectos relaciones a tareas de habla.
- Exámenes de imágenes: puede solicitarse una tomografía computarizada para detectar anomalías estructurales en el cerebro que podrían estar causando la disartria o una resonancia magnética para identificar lesiones, tumores, o daños en los tejidos.
- Además, puede indicarse una electromiografía para evaluar la función de los músculos y los nervios que los controlan o una electroencefalografía si se sospecha de convulsiones o epilepsia.
- Exámenes de laboratorio: pruebas de sangre para detectar infecciones, desequilibrios metabólicos o trastornos genéticos que podrían estar contribuyendo a la disartria.
- Consulta con otorrinolaringólogo: en caso de sospecha de problemas estructurales en la garganta o las cuerdas vocales.
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento de la disartria depende de la causa, la gravedad de los síntomas y las necesidades específicas del paciente. El fonoaudiólogo es el profesional que se encarga de la rehabilitación en las personas con disartria.
Entre las principales opciones de tratamiento están:
- Medicamentos: si el origen es una afección médica tratable, como una infección, un desequilibrio metabólico o una enfermedad neurológica, se pueden recetar medicamentos específicos para tratar esa afección.
- Cirugía: en algunos casos, como con ciertos tumores cerebrales o malformaciones vasculares, puede ser necesaria una intervención quirúrgica.
- Rehabilitación del habla: es realizada por fonoaudiólogos y está orientada a mejorar la articulación, la resonancia, la prosodia (ritmo y entonación), y la fuerza y coordinación de los músculos del habla.
- Kinesiología: en algunos casos, puede ser una terapia complementaria para el abordaje de la musculatura respiratoria y del tono muscular, que afectan indirectamente al habla.
- Equipos o uso de dispositivos electrónicos: algunos equipos permiten evaluar objetivamente ciertos aspectos del habla y, por otro lado, para casos más severos, existen ciertos recursos tales como tablets con aplicaciones de comunicación o dispositivos generadores de voz que pueden ayudar a los pacientes a comunicarse más eficazmente.
- Apoyo psicológico: orientado a manejar el estrés, la frustración y la ansiedad que pueden acompañar a los problemas de comunicación.
¿Qué esperar del tratamiento?
Algunas expectativas generales del tratamiento de la disartria corresponden a:
- Incrementar la inteligibilidad del habla en contextos familiar, social o laboral.
- Aumentar la naturalidad del habla.
- Maximizar los procesos motores básicos afectados o el control motor oral.
- Compensar funciones del habla para lograr mayor comprensión de las expresiones.
- Mejorar el control del ritmo y la entonación.
- Mejorar la calidad de la voz, articulación y resonancia.
- Contar con estrategias de comunicación efectivas.
- Mejorar la calidad de vida y promover la participación de la persona con su entorno.
¿Dónde lo tratamos?
Fonoaudiología
La fonoaudiología tiene por objetivo prevenir, evaluar y tratar los problemas de lenguaje, habla, motricidad orofacial, voz, audición y deglución en la población de adultos y pediátrico.
Para brindar una atención completa y personalizada, el equipo de fonoaudiólogos trabaja de manera conjunta con especialistas en Otorrinolaringología, Neurología, Geriatría y Medicina Física y Rehabilitación en el caso de los adultos; y con Pediatría, Neurología infantil, Cirugía maxilofacial, Odontología y Otorrinolaringología, cuando se trata de niños.
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